Monumento al maestro Ibáñez en Valdepeñas Juan Up
Monumentos en bronce: esculturas de cuerpo entero en espacios públicos
Los monumentos en bronce no son solo esculturas: son piezas clave del urbanismo, parte de la escenografía de una ciudad.
Los monumentos en bronce, a lo largo del tiempo, se convierten en lugares de referencia, en puntos de encuentro, en testigos silenciosos de la vida cotidiana. Representan la esencia de un lugar, el alma de quienes lo habitan, la memoria colectiva que se transmite de generación en generación y la integración en un urbanismo estético e histórico de la ciudad
Cuando creo una escultura pública, no pienso solo en la persona a la que rinde homenaje, sino en lo que esa obra significará para la gente que la rodea: los que la cruzarán cada día, los que se detendrán a mirar el monumento, los que se emocionarán al reconocer una historia que vive en ellos y en las moradas de sus recuerdos. Abro mi mundo interior a una nueva realidad cada vez.
Todo un Monumento por encargo: Ver el vídeo tomado con un dron de las distintas perspectivas del Cid y la maqueta que hice en 2024
Cada monumento que realizo busca perdurar, no solo en el material —el bronce, la cerámica o la piedra— sino en el vínculo emocional con el espacio y con las personas.
Estas obras están pensadas para perdurar: para ser vistas, sentidas y reconocidas como parte del paisaje urbano y la identidad donde se ubican.
En cada monumento que realizo, hay mucho más que técnica. Me implico con el proceso de forma profunda. Estudio con atención cada imagen que recibo, analizo los rasgos, la expresión, o la historia que lo envuelve. Si la persona es contemporánea, investigo en medios, archivos, vídeos… incluso entrevisto a personas que lo conocieron. ver un ejemplo de ésta investigación.
A veces el trabajo se convierte en algo parecido a un pequeño documental. Cada testimonio me ayuda a entender cómo era esa persona, cómo hablaba, qué carácter tenía. Y cuando termino la escultura, suelo hacer también un vídeo donde comparto el proceso, y donde vuelvo a aprender sobre lo que significa representar a alguien con verdad.
¿Estás pensando en encargar un monumento?
Ya sea desde una institución pública, una fundación, un ayuntamiento o un proyecto privado con valor simbólico, aquí te explico paso a paso cómo trabajo cada escultura monumental: desde la idea inicial hasta su instalación final.
Descubre cómo hacer el encargo de un monumento →
Bustos públicos conmemorativos son monumentos en bronce
El busto público como presencia viva de la memoria de una comunidad
Un busto público no es solo un retrato: es un acto de reconocimiento profundo. Es la forma en que una comunidad dice “no olvidamos” y mantiene presente a alguien que marcó una etapa, en un lugar e hizo algo muy valioso para la comunidad.
Estas esculturas se integran en el paisaje y acaban formando parte del día a día de quienes pasan junto a ellas. Al principio, son muchos los que conocieron a la persona representada. El recuerdo está fresco, vivo. Pero con el tiempo, ese rostro se convierte en símbolo: representa no solo a quien fue, sino la herencia social que dejó. y pasan las décadas y las miradas siguen ahí, en el reconocimiento tanto del particular estilo del autor como de las personas públicas retratadas.
Investigar para descubrir al personaje del busto
En algunos casos, otros artistas ya han representado al personaje a lo largo de la historia. Me ocurrió, por ejemplo, con el Duque de Wellington: incluso Goya lo pintó. Para realizar mi escultura, realicé un estudio previo de quiénes lo habían representado antes, e hice mi propia obra de arte. Grabé un vídeo donde hablé de esos diferentes perfiles del duque, de las historias que rodean su figura y de cómo abordé mi propia interpretación. Fue un trabajo muy completo y emocional que os muestro más abajo (el segundo vídeo)
Este busto, uno de los que más aprecio, está instalado en el polideportivo municipal de Arapiles (Salamanca), lugar clave en la historia del Duque de Wellington en España: la batalla de Arapiles en la lucha contra los franceses.
Ver el busto del Duque de Wellington en detalle →
Lo que muchas personas no saben es que un busto como monumento en bronce bien situado puede ser incluso más real, más cercano que una figura completa: «La cara espejo del alma» que da forma al monumento

Su escala invita a la intimidad, a detenerse y mirarlo a los ojos. En esa cercanía, uno encuentra humanidad, identificación. Esa conexión directa no la ofrece ninguna otra forma escultórica, salvo quizá un retrato monumental pensado para ser observado desde la distancia: hablamos de «ALMA»
Además, el bronce —el material que suelo utilizar— transporta al espectador a esos reflejos dorados que se funden con la cara, dando una apariencia casi irreal, entre lo humano y lo monumental, asociada al éxito, al respeto o al poder.
En cada busto conmemorativo que realizo, hay mucho más que técnica. Me implico con el proceso de forma profunda. Estudio con atención cada imagen que recibo, analizo los rasgos, la expresión, y si la persona es contemporánea, investigo en medios, archivos, vídeos… incluso entrevisto a personas que lo conocieron. ver un ejemplo de ésta investigación.
Descubre cómo encargar un busto conmemorativo →
A veces el trabajo se convierte en algo parecido a un pequeño documental. Cada testimonio me ayuda a entender cómo era esa persona, cómo hablaba, qué carácter tenía. Y cuando termino la escultura, suelo hacer también un vídeo donde comparto el proceso, y donde vuelvo a aprender sobre lo que significa representar a alguien con verdad.
Ver el vídeo completo donde explico quién fue el Duque de Wellington, cómo lo investigué y cómo elaboré su retrato escultórico →
(Un viaje visual y narrativo por su perfil físico, su personalidad y el enfoque artístico de la escultura)
Cuando el personaje es histórico, la investigación toma otra forma: busco el realismo en la indumentaria, estudio símbolos, épocas, y me esfuerzo por transmitir no solo su apariencia, sino también su presencia. De alguna manera, dejo también algo de mí en cada una de estas obras.
Con el paso del tiempo, cuando ya no quedan quienes conocieron a la persona representada, el busto sigue ahí, transformado en historia: idealizado, quizás, pero también verdadero.
Porque un busto en bronce o monumento no es una escultura menor. Es una forma de memoria viva, a escala humana, pensada para perdurar.
La mirada, la proporción, la expresión o los rasgos característicos de un monumento personalizado, forman parte de mi propuesta como retratista.
Ver comparativas reales entre persona y escultura